REGRESO
A BILBAO
Autora: Emil. GII Getxo
Suena el Whatsapp (clin-clin), me despierto
asustada. He dormido muy mal, la tensión, me la proporciona el viaje que iba a
realizar a Bilbao.
Era mi hijo Aitor, que desde Alemania me indicaba
que estaba a punto de embarcar en el avión dirección Madrid. Miro la hora. ”Dios
mío” se me va a hacer tarde, tengo que ir al aeropuerto y coger la combinación
del vuelo Alemania-Madrid-Bilbao, en la que coincidiré con mi hijo”.
Cogí un taxi por temor a llegar tarde, era la primera
vez que viajaba en avión, y al llegar al aeropuerto, me hundí, al ver aquella
monstruosidad de edificio, me temblaban las piernas, tenía el temor de no
encontrar a mi hijo. A todas las personas que encontraba con uniforme les
preguntaba-“¿El avión de Bilbao?”-fueron amables-“puerta 18”-me decían todos.
Cuando vi a mi hijo esperándome en la escalera de
embarque, suspiré aliviada, nos fundimos en un fuerte abrazo, y los besos
fueron tan sonoros que algunas personas nos miraban. No me importaba, llevaba seis
meses sin verle.
El viaje fue tranquilo, pero cuando vamos
acercándonos a Bilbao, el comandante nos advirtió, de los fuertes vientos que
asolaban el aeropuerto de Loiu.
-Ama sé valiente -dijo Aitor- esto
no nos va a fastidiar las vacaciones. La tía Miren nos estará esperando en el
aeropuerto.
Hacía quince años que ninguno de los dos nos
acercábamos a Bilbao. La última vez fue con motivo del funeral del aitite Luis.
Aquel viaje resultó muy doloroso. El aitite y la tía Miren vivían en Deusto, en
la casa de la familia. Siempre había sido así.
Mientras el avión daba vueltas alrededor de Loiu
intentando aterrizar, Aitor me preguntó: -¿Ama, estará todo en su sitio? ¿No?,
fíjate bien por la ventanilla, y luego me dices lo que ves. Ama, no están los
Altos Hornos, ni los Astilleros Euskalduna, donde aitite trabajó tantos años,
no hay barcos por la ría, ni gabarras surcándola, no veo la entrada del río
Galindo, ni la dársena de Galdames, donde había siempre muchos barcos para el
desguace. ¡Está vacía!
Estoy contento por ver a la familia después de
tantos años. Pero muy entristecido porque creo que no voy a reconocer Bilbao.
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